El vindicador
En el año 1826, el gobierno de Bernardino Rivadavia,
contrató al oficial prusiano Rauch,
nada menos que para matar indios,
su misión era limpiar la pampa bonaerense
de los ranqueles, esos hermosos indios que poblaban
estas zonas con absoluta libertad.
Bien, este oficial prusiano comenzó la liquidación
de estos indios, y se guardan sus partes militares
que hablan de su profunda sabiduría.
Por ejemplo, dice que los indios ranqueles
no tienen salvación porque no tienen sentido
de la propiedad, también señalaba que los indios
ranqueles eran anarquistas, así tal cual.
Bien, él se adelantaba, era un oficial
prusiano muy valiente, se adelantaba
a sus tropas 200 metros por lo menos blandiendo
su espada y se encontró con la horma de su zapato,
porque después de haber escrito
un parte donde decía "hoy hemos ahorrado balas,
degollamos a 27 ranqueles", un i
ndio joven, apuesto, alto de pelo largo,
al que llamaban "Arbolito" lo estuvo esperando
en una hondonada, y cuando pasó este coronel
a toda velocidad en su corcel, se le fue detrás,
le boleó el caballo, cayó el militar europeo,
y el indio Arbolito cometió el sacrilegio
de cortarle la cabeza. Así vengaba a tantos
de sus compañeros de las pampas.
La Ciudad de Buenos Aires recibió
con toda pompa el cadáver del militar europeo
muerto de esa manera. Señalan los historiadores
que fueron las exequias,
las ricas de todo ese período argentino.
Arbolito se perdió en la inmensidad de las pampas,
ya nadie lo recuerda.
La ciudad donde ocurrieron los hechos
se llama hoy Coronel Rauch, y muchas calles
recuerdan al oficial prusiano,
pero ninguna a ese héroe de las pampas…
el querido Arbolito.