Me parece que te veo
salir de la de tejidos,
con esos ojos bandidos
y ese incitante meneo,
con esa cara que creo
tuvo a más de uno chalado
y ese vestido rayado
que tus curvas ajustaba
y que donde iba dejaba
el tendal de encamotados.
Cuántas veces de mañana
te hice un sparo fulero
por ver tu cuerpo taquero
y tus ojos de sultana
y aunque me tengo por rana,
por corrido y de avería,
la vez que pasaba de día
sin poderte rejunar,
qué triste me iba a atorrar
a mi bulín, rica mía...
Hoy te tengo en mi cotorro
más mansa que gata fina,
más contenta y más ladina
que Pomerania cachorro,
te olvidaste del atorro
en el ruinoso convento
y tenés departamento
con muebles Luis quince y... medio
a la fiaca llamás tedio
y no decís “spamento”.
Porque un funghi te compré
en una “Maison” francesa,
un vestido color fresa
y otro blanco de “soirée”
creerás que soy un mishé
y que voy muerto en el “giogo”,
y no manyás que a este dogo
que estos aprontes te pega
le vas a dar más menega
que la que dio Botafogo.