‘Tá tormentoso, el cielo encapota’o. ¡Lindo pa’ tirar un liñazo!... Atrás del chiflido de un hombre contento... Cuando llega, despeina el agua con el mojarrero. Va levantando temblorosas hojitas de plata. Ya tiene la carnada hecha. Entre los camalotes, las cañas. Más allá del medio ‘e la laguna, los aparejos. Y el fogoncito, abriéndose en la sombra, ¡inocente como la flor de un zapallo!
Anquillas, tarariras... ¡lindo bagre! Vuelve callado, maduro ‘e noche, de silencio... El cielo es como la ropa ‘e un pobre, desmerecida ya de tantos lavados. Y como una estrella cansada el farolito ‘e lechero: escaso ‘e querosén’, cayéndose ‘e sueño...
Pescador de mi pueblo,
de aparejo y caña,
silencio, fogón y espera
en laguna solitaria.
En las aguas tan quietas
que son un asombro negro
parece una gota ’e luna,
tu boya blanca de ceibo.
Y en la noche tu fogón
como flor de zapallera
te va dorando el asado,
te va quemando la espera.
Volvés con tu carga ’e noche
de bagres y tarariras;
tu sombra canta bajito
con su voz recién nacida.
Pescador de mi pueblo,
de aparejo y caña,
silencio, fogón y espera
en laguna solitaria.