Fue aquel viento del norte que nos guió,
el que tiene un claro color de miel.
Nos izó en su grupa el viento del sur,
alto caballo fiel.
Al oeste el viento hizo un ademán
cuando trajo cuarenta desde la mar
y hubo quienes al viento del este azul
lograron domar.
Fue así que llegamos hasta Picarquín,
del oeste, el norte, del este y el sur
por sobre montañas mojadas de luz.
Fue así que vencimos un seco arenal,
fue así que pudimos tendernos al fin
esperando el alba desde Picarquín.
La rosa de los vientos vigilará
con sus alas tendidas hasta el confín
guardando el campamento de Picarquín.
Guardando el campamento de Picarquín.
la rosa de los vientos no tiene fin
con sus alas tendidas hasta el confín