Desnuda tengo el alma si no me llevo
tu boca que me salva con cada beso nuevo.
Qué desolado cielo, qué luna incierta,
qué soledad de noches y sábanas desiertas.
Qué huérfano mi vientre sin tu huella,
mi pecho sin tu mano, mi suerte sin tu estrella.
Qué frío de relojes sin sentido,
qué triste calendario, qué tiempo detenido.
Desnuda tengo el alma cuando te espero.
Yo soy tu dama duende y llevo en el sombrero
un coralillo donde pone tu nombre
y un solo pensamiento que te dice "te quiero'.
Y aguardo a que me traigas en un vuelo
la miel de tus abrazos, el cofre del deseo.
Qué barco a la deriva en tu marea,
qué viento de naufragio, qué niebla me rodea.
Desnuda tengo el alma pero no quiero
cortar para este ramo las flores que prefiero,
que si no vuelves pronto no habrá jardines,
ni sueño de amapolas, ni tiempo de jazmines.
Desnuda el alma cuando no te tengo;
y si te tengo, el alma da vueltas que no entiendo.
Llévame a las puertas del paraíso,
que si voy de tu brazo no hay que pedir permiso.