Sólo quien ama vuela.
Sólo quien ama vuela.
Amar... Pero ¿quién ama?
Volar... Pero ¿quién vuela?
Pero ¿quién ama?
Pero ¿quién vuela?
Sólo quien ama vuela.
Sólo quien ama vuela.
Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.
Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otros como el granizo grave.
Amar... Pero ¿quién ama?
Volar... Pero ¿quién vuela?
Pero ¿quién ama?
Pero ¿quién vuela?
Sólo quien ama vuela.
Sólo quien ama vuela.
Sólo quien ama vuela, Sólo quien ama vuela.
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.
Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de debatirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.
Amar... Pero ¿quién ama?
Volar... Pero ¿quién vuela?
Pero ¿quién ama?
Pero ¿quién vuela?
Sólo quien ama vuela.
Sólo quien ama vuela.
No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.
Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. El cielo se eleva. El aire mueve.
Amar... Pero ¿quién ama?
Volar... Pero ¿quién vuela?
Pero ¿quién ama?
Pero ¿quién vuela?
Sólo quien ama vuela.
Sólo quien ama vuela.
Amar... Pero ¿quién ama?
Volar... Pero ¿quién vuela?
Pero ¿quién ama?
Pero ¿quién vuela?
Sólo quien ama vuela.