Europa, 1939.
Todos decían que no en las cancillerías
(años de guerra caliente
Varios años antes de la guerra fría).
Todos decían que no,
Cuando dijo que sí Bolivia.
Berlín era un nido de ratas.
El paladín de la bravata, gritaba,
Llenaba estadios
De un árido erial de desvarío ario,
Un árido erial de desvarío ario.
Las puertas se iban cerrando.
El tiempo colgaba de un pelo.
Y aquel niño en los brazos de mis abuelos.
Y el pánico era evidente.
Y todo lo presagiaba:
El miedo ganaba cauce,
Abría fauces, vociferaba.
Y entonces llegó del frío,
En pleno glaciar hiriente,
Una insólita vertiente de agua tibia:
Todos decían que no,
Cuando dijo que sí Bolivia.
Y el péndulo viene y va
Y vuelve a venir e irse
Y tras alejarse vuelve
Y tras volver, se distancia
Y cambia la itinerancia
Y los barcos van y vienen,
Y quienes hoy todo tienen
Mañana por todo imploran
Y la noria no demora
En invertir los destinos,
En refrescar la memoria.
Y los caminos de ida
En caminos de regreso
Se transforman, porque eso:
Una puerta giratoria
No más que eso, es la historia.