En tu propia fuente llorará la luna,
con lágrimas hechas de gota de seda,
haciendo que pese la bruma en la bruma
en la soledad del toque de queda,
en la soledad del toque de queda.
La mano que toca queda suspendida,
a medio suspiro apenas del beso,
gemido a gemido se abre la herida
y la noche cae por su propio peso,
y la noche cae por su propio peso.
Por cada rendija, el tiempo vuelve a las casas
como una humareda en la soledad del toque de queda
Una lengua extraña murmura su precio
y otra lengua paga moneda a moneda.
Cada trapecista suelta su trapecio
en la soledad del toque de queda,
en la soledad del toque de queda.
(Gracias a Renato Mendoza por esta letra)