Nos mantendremos despiertos aunque caiga el sol, encerrados en nuestro Edén de hormigón, y el diablo en la puerta espera que rompamos ayuno y salgamos por cena.
Se abren poros en el ventanal con las balas que deja el azar. Bañaremos los niños en café, guardaremos refugio tras techos de papel.
Las moscas forman nubes en torno al altar, van de la mano la sombra y el poco pan. Pensar es morir sin cena, nos sembraron el cal bien profundo en las venas.
Nuestros pulmones respiran la sal y se ensanchan hasta explotar. Nacen nuevos hombres, se hereda la sed, vivirán enjuagando sus ojos en café.
Por los padres, por los hijos. Por los padres, por los hijos. Por los padres, por los hijos. Por los padres, por los hijos.