La noche cayó
sobre el quebrachal
y un llanto quedó
en el arenal,
de ausencia y dolor
por el ventajao'.
El Ventajao' lo llamaron
en el pago sumamero,
por ventajao en amores
y a los montes se ganó.
Sus huellas borró
el polvaderal.
La voz de la Salamanca,
el duende de las vidalas,
se le entraron en el alma
al tiempo del carnaval.
Y al monte abrazó
en su soledad.
La luna bajó
al algarrobal,
su parche golpeó,
gritando el Supay,
la noche rezó
por El Ventajao'.
Se fue enterrando vidalas
con el tum - tum de las cajas,
la sombra de un santiagueño
que ya nunca más volvió.
Y en el salitral,
su llanto secó.
En la orillita del monte,
el rumor de una guitarra,
escondido y solitario
se aparece El Ventajao'.
Llamándolo está
la chacarera.