No soy digno, mujer,
no soy digno
de entrar en tu morada;
no debe ser el Paraíso
cueva para el ladrón
encarcelado.
No soy digno, mujer,
no soy digno
de entrar en tu morada
aunque las catedrales
estén llenas de polvo, cenizas
y nada.
No soy digno, mujer,
no soy digno de entrar en tu morada
porque, como los tiranos,
no querré salir de ella
nunca.
No soy digno, mujer,
no soy digno
de entrar en tu morada:
es vientre la mar para el pirata
no para el viento que besa
su bandera.
No soy digno, mujer,
no soy digno
de entrar en tu morada;
lo haría, únicamente,
si me lo pides
indignada.
No soy digno, mujer,
no soy digno
de entrar en tu morada
si me amas, como yo te amo,
sobre todas las cosas.