Aún siento en mi cuerpo el horror aquel
cuando la muerte sobrevoló mi hogar
era un fin de semana primaveral
que se iría a convertir en pesadilla infernal
Después del trabajo me dispuse a descansar
cuando presencié encorvado ante mí
a mi progenitor cogido a su pecho
señalando balbuceante el camino del hospital
Fueron dos horas al margen de toda realidad
preguntándome la causa de tanta desgracia
enganchado a la esperanza de la incredulidad
y enfundado en la rabia de la impotencia
Afortunadamente algo al fin me pareció oir
y después de una larga noche
el miocardio comenzó a latir
pero sabe Dios que aún temo
que algo así vuelva a suceder
y no habrá un día en mi vida
en que no agradezca verlo sonreír.