Mi corazón, barco sin puerto,
por todas las rutas de ilusión,
encontró al fin de su desierto
la estela azul de un viejo amor.
Por tus ojos negros
que en una tarde lloraron
y que se iluminaron,
hoy te vuelvo a cantar.
De lejanos cielos
todo un rosario de estrellas
siguieron tras las huellas
de mi hondo penar.
Y ahora ante tu imagen
siguió mi desventura,
la lírica aventura
de mi peregrinar.
Por tus ojos negros
que en una tarde lloraron
y que se iluminaron,
hoy te vuelvo a cantar.