El guardián de la cruda realidad me llamó, me vino a despertar.
Y caí de repente de aquel sueño tan real, donde fui rey de mi nube ilegal.
Ya toqué lo que me querías mostrar, pero es que no quiero quedarme acá.
Qué millón de luciérnagas me arrastran hacia el mar de metal, y dibuja sus acordes sobre sal.
Si tu boca caliente me quema al besar dejaré mi cuerpo para volar.
Surcos de silencio hay que pintar.
Oscuro será un color.
Si tus labios arden al besar, hirviéndome sin dolor.
Fundiéndome sin dolor.