Quien sabe como llego a este quiebre,
se pone el saco roto y va.
El calor de las voces llega
hasta hundirla en el papel.
No sabe como parar a la rueda
que la mantiene acá,
que aplasta, que ahora, encierra,
que la deja a su suerte.
Y déjame ver, y déjame entrar,
déjame ser la calma en el viento.
Abrigo en el invierno,
cubro tus huesos, deshago el hielo.
Y parece que es tiempo
de desaparecer del medio.
En el instante oportuno,
mejor que dejes todo lo que sos.
Y déjame ver, y déjame entrar,
y déjame ser guardián de tu desvelo.
Se que estás ardiendo,
tengo mi sangre atenta.
Te llevo lejos.