Arremetí contra los matorrales
Mientras tus manos afilaban la cuerda sin fin
Y entre los nidos que blandeaban francos
Las cremalleras del otoño me perdí
Vi como te marchaste de mis brazos
Y voy buscando entre mi piel retazos de tu ayer
Precipitándome entre los fracasos
Donde te vi esculpiendo primaveras con cincel
Desde que te perdí mis parpados musitan risas
Que se burlan de verme anclar tu sombra en la cornisa
Que nunca dejan de bordar los delantales de mi voz
Y cuecen los insolubles trozos de mi alma
Quien eres tú? Que me muerdes la cara
Y a contraluz, te tragas mis entrañas
Mírame palidecer y adornar los anzuelos
Que me ven envejecer aguardando tu encuentro
Que me dibujan palomas
que ancladas entre tus estrías me impiden volar
Y se disuelven entre las palabras
que roncó tu pecho y no quise escuchar
Buscas sosiego en el azar de un previsible tedio
Sentí como me arrancaste los ojos
Como mi cuerpo se volvió el despojo de un latir
Precipitado he hurgado mis adentros
Esperando encontrarme en tus silencios de jazmín
Pero la intransigente soledad fue la alquimista
Que convirtió en negro alquitrán el color de tu risa
Sentí las afiladas dagas de tu adiós
acribillarme el corazón
Despojarme del sol y hundirme en el averno
Y ahora el ayer me impregna con su asfalto
De insensatez y del recuerdo amargo
De ver tu cabello al viento marchándote lejos
La desazón del desdén no distingue entre eventos
Y ahora los cuervos de los recovecos
deshilan las tejas de mi lucidez
Acaricio la piel de tu recuerdo anhelando
me exima si un día te fallé
Viendo aun sin rostro el hada que tatuaste en tu espalda
Quien eres tú? Que me muerdes las ganas
Y a contraluz, me masturbas la calma
Escueta vicisitud que se funde en la bruma
De tus impávidos labios de broncas lagunas
Y blandiendo los cabestros del aire
estoco las cenefas al sintonizar
Los imperecederos pastizales
que se plantan recios en la soledad
De aquel albor en tu mirar
Quien eres tú? Que me muerdes la calma
Y a contraluz, me masturbas las ganas
Mírame palidecer y adornar los anzuelos
Que me ven envejecer aguardando tu encuentro
Que me dibujan palomas que ancladas
entre tus estrías me impiden volar
Y se disuelven entre las palabras
que roncó tu pecho y no quise escuchar
Buscas sosiego en el azar de un previsible tedio