El otro día no me reconocí
con tanto maquillaje.
La misteriosa diferencia que buscaba
estaba justamente allí. Allí mismo.
Ahora que vivo el sueño de otros,
no sé si alguien se esconde en mi almohada.
Tengo miedo de que el viento sople
demasiado fuerte y desnude mi cara.
Abro los brazos como un Cristo de ciudad
y me pregunto que pasó con el mundo.
Que rara flecha el camino indicó,
si ya vivimos media eternidad.
Encontré un ángel en la calle.
Yo me acerque y le pregunté por el cielo.
Él me miró y me señalo algunos hombres.
Dijo que Dios estaba arrepentido.
(bis)