Tomé unos mates de parado en la cocina,
Vi como el sol se abalanzaba sobre el mundo.
Miré la hora, eran las siete menos cuarto,
Ya me sentía cansado de esperar.
Me fui poniendo la camisa y el vaquero,
Metí el revolver en la caña de la bota.
Prendí una vela a los pies de san antonio,
Santo patrono de los fuera de la ley.
Volé en la moto hasta el bar la cucaracha
Donde en silencio me esperaban los muchachos.
Fernet con coca y whisky con cigarrillos,
La muerte olía a tabaco y a café.
El golpe estaba más o menos bien planeado,
Más de dos meses ultimando los detalles.
Dos de los nuestros apretando a los cajeros
Y yo en la calle en un auto de alquiler.
Pero ya saben como ocurren estas cosas,
Siempre hay detalles que se escapan del libreto,
Algún empleado que se apoya en una alarma,
Algún gatillo que se apura por hablar.
El primer tiro me pegó en la mano izquierda,
Saqué el revólver de la bota y abrí fuego.
La policía exigió que me rindiera,
Estás rodeado, no hay manera de escapar.
Hace diez años, contesté, que estoy rodeado.
Diez años largos que no encuentro ni un trabajo.
De que me sirve estar vivo si estoy muerto,
No necesito ni ponerme un antifaz.
Si me escucharon no me hicieron mucho caso,
En un instante comenzó la balacera.
Yo terminé haciendo sapo en la vereda
Después de haber vaciado el cargador.
Esto lo pienso mientras siento que la vida
Se me va yendo para el lado de la muerte,
Tengo el revólver descargado y en el pecho
Un agujero muy difícil de llenar.
Tengo la cara apoyada en el asfalto
Las manos frías y me duele hasta el aliento.
Se que es de día pero siento que es de noche,
A san antonio se lo voy a preguntar.
No tengo a nadie y no dejo muchas cosas,
Solo una moto en el bar la cucaracha,
Cuéntenle todo y desátenle el candado
Ella ya sabe en que lugar me va a esperar.