Sola. Nada más le queda un perro; triste como un 'nunca más' se la ve caminar por el barrio chino cuando no hace frío y el día es claro... ¡A la Carmeta! Es, como el barrio, un recuerdo que se escurre paso a paso, y en el ayer se nos pierde como una farola de gas o como un tranvía abierto... ¡Es la Carmeta! Con un perro viejo, lleno de sarna el abrigo comido por las polillas. La boca roja y una flor en la oreja. Quizá añorando el Edén, el Arnau y el Bataclán y las noches de Casa Peret se le ido doblando la espalda poquito a poco ¡A la Carmeta! Se ha ido marchitando día a día como la vieja melodía que nadie canta porque los tiempos cambian...
Cuando veas por el Paralelo a la vieja y al perro, háblale de entonces cuando para sentir su cuerpo quizá la hubieses cubierto de oro. ¡A la Carmeta!