Me convertiste en un perro manso a tus pies,
Sin dignidad, sin altivez.
En mis oídos era un martillo tu voz,
Golpeando cruel, duro y feroz.
Tuve tu mirada como un puñal,
Desangrando mi alma pa' mi mal.
Vida sin amor, corazón sin fe
Y tu sombra en mi dolor
Sin saber por qué.
Mordiendo un grito de rebelión,
Más de una vez,
Me quise alzar contra tu voz.
Pero mi amor cobarde me amordazó.
Hasta que, al fin,
Tuve la fuerza bendita de dejarte,
Tal vez pa’ no matarte,
Cansado de sufrir.
Cuando el tiempo borró de mi alma tu voz,
Sufres por mí, lloras mi adiós.
En tu tortura que quiere ser un clamor,
Castiga dios, tu desamor.
Siento que tu sombra, como un reptil,
Su venenos arrastra, tras de mí.
Vida sin amor, corazón sin fe
Y mi sombra en tu dolor, castigándote.