Eran cien ovejas
Que había en su rebaño
Eran cien ovejas
Que amante él cuidó
Pero en una tarde
Al contarlas todas
Le faltaba una
Le faltaba una
Y triste lloró
Las noventa y nueve
Dejó en el aprisco
Y por las montañas
A buscarla fue
La encontró gimiendo
Temblando de frio
Ungió sus heridas
Y ia cargó en sus bombros
y al redil volvió