Recuerdo el rostro de mi padre
como un hueco en la muralla,
sábanas manchadas de barro,
piso de tierra.
Mi madre día y noche trabajando,
llantos y gritos.
Jugando al ángel y al diablo
jugando al hijo que no va a nacer,
las velas siempre encendidas
hay que refugiarse en algo.
De dónde sale el dinero
para pagar la fe.
No recuerdo que desde el cielo
haya bajado una cosecha gloriosa
ni que mi madre hubiera tenido
un poco de paz,
ni que mi padre hubiera dejado
de beber.
Al pobre tanto lo asustan
para que trague todos sus dolores
para que su miseria la cubra de imágenes.
La luna siempre es muy linda
y el sol muere cada tarde.
Por eso quiero gritar:
No creo en nada
sino en el calor de tu mano
con mi mano,
por eso quiero gritar:
No creo en nada
sino en el amor
de los seres humanos.
Quién puede callar el latido
de un corazón palpitando
o el grito de una mujer
dando un hijo.
¿Quién?