Todo lo Que Amaste
Me avisó una luna llena
en el mismo instante en que paró tu corazón.
Como si este hilo genético,
el nexo magnético se partiera en dos.
Como si arrancaran de golpe la raíz de mi árbol.
Se encogió todo el cuerpo, me temblaron las manos.
Una bala en el pecho y me quedé sin voz.
Me quedé sin voz.
¿Dónde está, en qué extraño lugar,
misterio, dimensión… tu energía que se va?
Dime si se diluye en el viento,
se esconde en el bosque, se sumerge en el mar…
O si estás protegiendo de cerca,
enviando la fuerza, señalando el camino,
advirtiendo el peligro con viajes de ida y vuelta
desde la Eternidad. Hacia la Eternidad.
Te veré en todo lo que amaste,
en cada abrazo eterno, en cada atardecer.
Te veré en las aves del cielo, en cada hombre bueno,
en todo aquel que guarde fe.
Eras la persona que más decía “te quiero”.
Si supieras cuánto se te echa de menos…
No te enseñan a abrazar la ausencia,
a aceptar la esencia de una cruel ley natural.
Tan sencillo: uno nace, luego muere,
lo que importa es la huella que se deja al caminar.
Y ahora que se me apaga la infancia,
reinvento mi alegría, nace nueva esperanza,
no te olvida tu María, que honrar tu vida, padre,
es honrar la mía. Honrar mi vida.
Te veré en todo lo que amaste,
en cada abrazo eterno, en cada atardecer.
Te veré en las aves del cielo, en cada hombre bueno,
en todo aquel que guarde fe.
Eras la persona que más decía “te quiero”.
Si supieras cuánto se te echa de menos…