En un día sin cielo,
de palabras de cal,
el cuervo bajó al monte,
su misión recordar
a los hombres.
Y no halló a ninguno,
no escuchó sus voces.
¿Por qué no quieren hablar
de los que no volvieron
y los días de paz?
De las madres, de los niños, de los muertos,
de la vida, de los sueños que no volverán,
de promesas inventadas desde un cerro
y de heridas que jamás podrán cerrar.
Los senderos obviaron su voz,
las ancianas no supieron cantar,
los niños olvidaron jugar,
los hombres no supieron mirar.
Y el cuervo preguntó:
¿Dónde está ese tío al que rezáis?
Y no halló a ninguno,
no escuchó sus voces
que no quieren hablar
de los que no volvieron
o los días de paz.
De las madres, de los niños, de los muertos,
de la vida, de los sueños que no volverán,
de promesas inventadas desde un cerro
y de heridas que jamás podrán cerrar.
Los senderos obviaron su voz,
las ancianas no supieron cantar,
los niños olvidaron jugar,
los hombres no pudieron mirar.
Y el cuervo preguntó:
¿Dónde está ese tío al que rezáis?
Y el cuervo preguntó:
¿Dónde está ese tío al que rezáis?