El Laberinto
Es más corazón,
es más orgullo que ambición;
no es hambre de poder,
es una guerra sin cuartel.
Es que simplemente se olvidaron quien es quién,
por ahí dicen no muerdas la mano que te da de comer,
sólo es un refrán, no agarren monte mis amigos
porque la vereda se puede tornar cómo todo un laberinto.
El viento deshojó viejas cuentas que tenía yo,
hoy solo me enfoqué en hacerles ver su error
a aquellos que los deslumbró el brillo y la plata les gustó,
a los que un día me desconocieron hoy van a saber quien soy.
Y descargaré el poder,
el que me ha catalogado,
no se asusten aún no se echen a correr;
todavía no he terminado.
Vámonos faltando al respeto
una pulga más al perro, no creo que vaya a notarse.
Se acabaron los tiempos de vaqueros,
hoy reinan los traicioneros y yo sé como pelearles.
Pensaron volteamos la tortilla,
la flama queda encendida y el comal hará lo suyo,
asi que el comal tiene problemas,
aquí ya perdió la guerra y las pagará, lo juro.
(Y por si aún se preguntan: el perico sigue siendo verde, lencho vive donde mismo y la rueda sigue dando vueltas. ¡Corridos, simplemente corridos!)
El núcleo de amistad, si es que así se le puede llamar,
si éramos pocos ayer, ahora somos la mitad.
Y es que entre caídos y doblados, se me cortó el personal,
pero entre lo bueno va lo malo y más bien que para mal.
Porque la verdad, poco a poco ha ido saliendo,
y recuerden que entre más oscuro está es que ya va amaneciendo.
Vámonos cuidando la boca,
y midiendo las palabras que ésas se las lleva el viento.
A mi los problemas no me incomodan,
pero saliva no gasto, más bien hablo con los hechos.
Si el dinero comprara la valentía,
que diferente sería pero les faltó un buen cinto,
para fajarse los pantalones
tal vez si podrían salirse... del temible laberinto.