No hay tierra como la mía dice el cantor en su canto
Porque el crespín de su chango le silba dentro del pecho
Mordiendo sus sentimientos cuando anda lejos del pago
La sed de volver provoca espejismos de nostalgia
Y es una ilusión dorada solo una flor de cenizas
Es el corazón que atiza viejas llamas escarchadas
Como una yunta de bueyes tira y tira la querencia
Mirar nuestra adolescencia de la otra punta del tiempo
Es fiero como el encuentro con el yuyal de la ausencia
Porque he bebido la vida ya no le temo a la muerte
Se que un día dirá el presente vivir tiene un alto precio
Solo me duele el silencio de las cosas que envejecen
Mirando yo ese espejismo he vuelto al suelo añorado
Y la esquina de mi barrio donde jugaba y reía ya no era la esquina mía mis sueños me habían robado
Y qué dolor ver las sombras del chango que fue mi amigo
Mirarme desde el abismo de unas fotos otoñadas ver la realidad amarga del camino del olvido
Salí a recorrer ayeres buscando la primavera aquella novia primera su boca y un juramento
En mi alma creció el invierno y en mi pecho una tapera
Porque he bebido la vida ya no le temo a la muerte
Se que un día dirá el presente vivir tiene un alto precio
Solo me duele el silencio de las cosas que envejecen