Buenos Aires. Es, otra vez, el tiempo de los azahares
y vos no estás, amor mío. Yo te decía Cachorrín, eras tan
niña y la vida te llevó tan lejos de mí.
Pero yo siempre te espero, mi Cachorrín y ¡cómo te amo!
Hoy, para llamarte me llené
de palomares, Cachorrín,
ya estés en Marte o en París,
Buenos Aires podrá más.
Desde tu confín me sentirás,
sé que volverás, mi Cachorrín.
Si vieras vos
qué mundo cabe en tu país,
pensá que hay
tanto camino a medio andar
y tanto amor a medio hacer.
Cachorrín,
al obelisco treparé
y al dios porteño pediré
por tu regreso.
Cachorrín,
lejana y triste has de sentir
que nuestra tierra siempre, al fin,
nos da desquite.
Cachorrín,
el berretín de esta canción tenaz,
mar por mar, a buscarte va,
mojada en emoción va mi voz,
¡va mi voz!
Cachorrín,
tengo para vos pan y un bulín
y un jacarandá con flor.
Y oirás a un bandoneón
celeste, alborotar
mezclado en el rumor
de las campanas del Pilar,
de la Merced, de la Piedad, ¡vení!
Sé que allá en tu exilio me escuchás,
y estás llorando; Cachorrín,
en donde esté tu soledad
resuelto en tango me has de oír.
Y por mi puente, vos vendrás.
Todo te espera aquí, mi amor.
Qué linda llegarás, querida Cachorrín.