Unidos por las riendas del destino
como una sombra lentamente pasa,
va trotando por la senda del olvido
como atado a tu viejo coche de plaza.
Cochero que te alejas de este mundo
envuelto en sombras y enlutado de dolor,
ya no se oye tu trote vagabundo
por las calles de la vida sin amor.
Mateo, apartáte de la vía
y dejá paso al progreso,
hoy te grita la ciudad.
Mateo, casi histórico cochero
yo recuerdo tus paseos
al hermoso Rosedal.
Mateo, encorvado por los años
yo te vi monologando
a solas con tu pesar.
Por eso cuando así, triste, te veo
yo también quiero, Mateo, llorar.
Anoche le llovía tu capota
lo mismo que a tu alma tan cansada,
por su tela negra de hule, vieja y rota,
le goteaban las mil noches mal pasadas.
Sentado en el pescante de tu coche,
tenías frío y muchas ganas de dormir,
esperando levantar un triste viaje
no soñabas que te ibas a morir.