Salgo volando
por la ventana,
y tantos días
quedan atrás.
Ya no me duelen
todas las cosas
que ayer
me podían molestar.
Son cajones que se cierran
para que nadie los vea.
Son palabras que no
pude decir.
Pero ya no me importa,
porque nada me toca,
y no hay nada vivo
dentro de mi.
Floto en el aire
desde esta tarde,
cuando mi cabeza
explotó.
Ahora el piso es de nubes
y me asomo cada tanto
a espiarte desde
donde estoy.
Y veo, y huelo.
Y veo, y huelo.
El barrio se ilumina
y la noche se hace día.
Brilla como un árbol
de navidad.
Y estoy alto muy alto,
y las luces de los autos
que se frenan cada tanto,
y vuelven a arrancar.
Y veo, a la gente corriendo
como una coreografía sin fin.
Y huelo como en una avioneta,
el olor a fugazeta que cocina mamá.
Y me acuerdo de aquél día
en que decías:
"Si pudieras ser
un pájaro ¿Qué harías...?"
Ahora que floto
y no siento lo que toco
y la gente no me ve pasar.
Voy a aprovechar
para ir a buscarte,
y contarte para contarte
como es todo por acá.
Algunas mañanas pasa
la abuela Yolanda
y nos vamos juntos
a pasear.
Y te manda un saludo
el marido de pocha.
Que me juega al ajedrez
y no le puedo ganar.
Y dale para adelante
con el pibe de a la vuelta,
que a la tarde te pasó a visitar.
Yo te sigo esperando,
porque nada me apura
y algún día todos vienen para aca.
Y veo (y veo), y huelo (y huelo).
Y veo (y veo), y huelo (y huelo).
Y veo (y veo), y huelo (y huelo).
Y lloro (y lloro) un poco (un poco).