En las calles de Ciprés veinticuatro, interior tres,
vive Apolonia con su tío y con su abuelita.
Si en la tarde tu la veis, como al filo de las seis,
sale arreglada con su cara chapeadita.
Y ahí está el pobre de Manuel con su dulce y su clavel,
pero Apolonia con Andrés tiene una cita.
Apolonia, ¿qué le ves? Deja ya a ese tal Andrés
que te trae de la gamarra el corazón.
Mira al pobre de Manuel: no hay hombre más limpio que él,
es bañero, muy honrado y chambeador.¡No, no, no y no!
Y ahí te va la muy bartola por las calles de Ciprés corriendo ciega;
la alameda se halla sola porque el bruto del Andrés nomás no llega.
Es candil de esos lugares, se la pasa en los billares,
es un vago en "pool bolita", y ahí está espera que te espera
como una piedra cualquiera Apolonia la bonita.
La ansiedad de la chamaca por cruel llanto se trocó,
¡muchacha local! y ahí te viene de regreso
sin haber probado el beso que pudo manchar su boca.
Apolonia, ¿qué le ves? Deja ya a ese tal Andrés
que te sigue agorzomando el corazón.
No soy cuate de Manuel, ni tengo nada con él;
pero… dale un chance mi Apolonia, ¡no hay qué ser!