Lo que ahora sufro no lo había sufrido,
ayer me contaron lo que tú me has hecho,
ayer desgarraron el alma en mi pecho
y quedé llorando tu desleal olvido.
No han sido tus actos ni lo sucedido
lo que me ha dejado el juicio deshecho;
tampoco pretendas que ha sido el despecho:
ha sido la pena de haberte perdido.
Tú no me has herido como ellos lo hicieron;
al ver que te amaba llegaron contando
que me has engañado... ¿por qué lo dijeron?
¡Malditos mil veces por ir pregonando!
¡Malditos mil veces, pues ya me prohibieron
la dicha infinita de seguirte amando!