Está muy fácil tener una fe,
cada domingo asistir a la misa,
como un tranquilo beato que cree,
como un tranquilo beato que cree
que está en la tierra de las justas promesas,
está muy fácil, demasiado, ya lo sé
está muy fácil amar a tu hermano
que compra el pan, y que sois tan iguales,
y no pensar en aquél que nada tiene,
y no pensar en la esperanza de aquellos
que pueden morir ahora,
que pueden morir ahora de hambre y sed.
Qué fácil es irse de peregrino,
para rezar a alguna virgen llorosa,
y olvidarte que después,
te olvidarás de tomar en tus brazos
a aquella niña que llora porque nada tiene,
que llora porque nada tiene.
No creo
en quien predica todo el día el credo,
no creo...
Nos hemos hecho nuestras religiones
a nuestra imagen y semejanza,
están vacías, no le hablan al alma,
están vacías, parecen un cuento,
como la máscara de la esperanza,
un film ya visto que ya nadie quiere ver.
El video de los que venden el humo,
predicando, te van enredando,
son esas cosas que cuentan ahora más,
las cosas que cuentan más que los hombres,
esta es la única ley que domina el mundo,
que domina el mundo...
No creo
en este mundo hipócrita que veo, no creo,
en sueños de ningun poder.
En cambio creeré siempre en quien amó
aunque no tenga de nada
aunque en la iglesia hoy,
aunque en la iglesia no,
no le permitan la entrada.
Creo en el último sueño que ha quedado,
que un día todo va a ser justo,
creo en el dios que está dentro de tí y de mí,
creo en el dios que veo
que está crucificado cada día,
en el que es verdadero,
con la ignorancia ciega, como un niño yo,
y con su testadura ingenuidad,
con su destino.
Yo creo... yo creo.