Casi cuando rompe
La fiebre de la pubertad
Caliente rito, el adolescente
Va forrado de ciudad.
Poco a poco ráfaga y llanto
Sed y represión
El cuerpo crece, mana contra lástima
Su río de vigor.
Tanto trueno, tanta tormenta
Tu copiosa piel rebalsa gritos
Esos apetitos
Mueren al amanecer
Casto tibio, roto por dentro
Tanta soledad y Dios qué frío
Dios indiferente ya
Se fue de la ciudad.