El crepúsculo otoñal, y la luz resplandeciente de las estrellas,
En el fondo del marjal o en la superficie del agua está mi hogar.
Sobre reflejos de estrellas, como un rayo de luna,
Danzo toda la noche en la laguna.
En mi piel pasa un tiempo inmortal.
Sumergida transcurre mi vida, la eternidad.
Ocho siglos atrás los hombres habían
construido una enorme catedral a orillas de los marjales,
o quizá fue hace siete siglos, o puede que nueve...
lo mismo les daba a las Criaturas Silvestres.
De modo que se celebraron las oraciones vespertinas,
se encendieron las velas y las luces.
A través de las ventanas brillaban rojas y verdes en el agua,
y el sonido del órgano vibró estruendoso sobre los marjales.