Cielo gris, la ciudad despierta.
Gatos negros, miradas siniestras.
Hombres vivos en calles muertas.
Las campanas tañen inciertas.
Y una canción se derramó rota como un cristal
Y una oración se elevó sobre la catedral.
Contra mi voluntad me enviaron a esta ciudad
Para ganarme el pan.
Mientras las aves vuelan alto
Y se dirigen al mar
Yo sigo aquí, sin respirar, en este telar
Para ganarme el pan.
Mientras las aves vuelan alto
Y se dirigen al mar
Me quisiera arrancar la desdicha que me hace llorar
Y poder escapar hacia el sur donde tengo mi hogar.
La vida del marjal es mejor que un alma incapaz
De mirar más allá del vacío y la soledad.
Si pudiera encontrar alguien desalmado quizás
Que quisiera aceptar mi alma para hacerle volar.
Pero en este lugar sólo hay pobres cuyo capital
Es su alma y su hogar, y en su pecho ya no hay lugar.
Piensan que estoy loca de amor, las gentes del lugar.
No hay compasión, ni comprensión, queda la soledad.