(Recitado)
Uno, dos, tres, cuatro,
cinco, seis, siete, ¡uhh, mambo!
¡Qué mambo ni qué ocho cuartos!
¡Carlitos, aquí va un tango!
A vos banana con leche, el del jopo engominado
enemigo de lo nuestro, de la industria nacional.
A vos, nene, quiero hablarte porque me tenés cansado
de escuchar tantas pavadas y te voy a contestar.
A vos que decís “¡Fenómeno!” si la orquesta toca un mambo
y defendés ese ritmo como algo colosal.
Escuchame, quien le ponga el tapón a nuestro tango
no ha nacido todavía te lo puedo asegurar...
Porque aquí y en donde cuadre
el tango será señor,
porque es hijo de mi pueblo
y se escribe con la sangre
que brota del corazón...
Sentí el fraseo del “fueye”
éste es el rey del compás.
¡Qué mambo, ni que ocho cuartos,
primero, primero el tango
cartón pintao lo demás!...
Otros ritmos pretendieron desplazar a nuestro tango,
te acordás del bugui-bugui y el ruidoso charlestón.
Mucho ruido, pocas nueces, pura espuma como el mambo,
fueron ritmos que pasaron pero el tango se quedó...
Perdoname este retruque, pero che ya estoy cansado,
me duele como argentino tu desprecio hacia el gotán.
Para mí y para todos, primero siempre es el tango.
Alma, nervio, vida y sangre del alma de mi ciudad.