Gracias muchachos, por haber venido
en esta tarde que se juega mi final.
Quiero estrecharlos uno a uno entre mis brazos
y despedirme, como siempre, con un ¡chau!
Lo que hay aquí, adentro de esta pieza,
mi viola y lo demás es pa’ los tres.
Sólo quiero que rompan estas cartas,
las cartas de... , se acuerdan, de Raquel.
Muchachos...
¡No muchachos, no me lloren!
Sólo quiero que perdonen
si alguna vez les fallé.
Enriquito, Severino, Cruz Ponciano,
que más que amigos hermanos
eso fueron, óiganme.
Por una, por una sola,
pongan en esa fonola
lo que les voy a pedir,
quiero escuchar esta tarde
el viejo vals “A mi madre”,
mientras me siento morir.
Como los dados siempre fue la vida
tiene los puntos marcados, y lo ven,
me ha señalado y yo sin pena comprendiendo
los he llamado para irme con un ¡chau!
Adiós, adiós, los dejo para siempre,
la parca no me asusta créanme.
Si ella viene no dejen que se acerque,
no quiero más cariño que los tres.