Qué lindos y tan ricos sueños,
Que cuando me despisto me despiertan con tus besos
Esos que quedan bajo un whiskey y dos piedras de hielo,
Que todo amante en celo en un bareto ha quedado preso.
Cuánto veneno,
Nos ha servido sorbo a sorbo este camarero,
Que hará que en la mañana se me olviden tus recuerdos,
Del tango que en el Seis Peniques bailamos en fuego.
Qué más me da,
Si nuestro amor ante ayer ya pinchó el hueso,
Como una niña que vive de los excesos,
De un no me quiero nada y solo vivo por mi cuerpo
Qué más me da,
Si nuestro honor se ha fugado en este encuentro,
De un rayo verde que se esconde en nuestro lecho,
Allá en el norte…
Donde se cumplen los sueños.
Y es tu sonrisa,
La que me hace pensar que esta historia no corre prisa,
Que aunque tus treinta y tantos ni me esperan, ni me avisan,
Podremos de otro sorbo resolver nuestras manías.
No mentiría,
Si digo que me pierde tu bondad y sabiduría,
Tus eterno buen humor, tus ojos verde aguamarina,
Tus signos de expresión y tu despiste sin medida.
Qué más me da,
Si nuestro amor ante ayer ya pinchó el hueso,
Como una niña que vive de los excesos,
De un no me quiero nada y solo vivo por mi cuerpo
Qué más me da,
Si nuestro honor se ha fugado en este encuentro,
De un rayo verde que se esconde en nuestro lecho,
Allá en el norte…
Donde se cumplen los sueños.
Y en tu maleta de mi adiós tu corazón se durmió,
No supo calmarme tu canción.
Mesa para dos,
Aunque esta noche soy un alma sin razón.
Qué más me da,
Si nuestro amor ante ayer ya pinchó el hueso,
Como una niña que vive de los excesos,
De un no me quiero nada y solo vivo por mi cuerpo
Qué más me da,
Si nuestro honor se ha fugado en este encuentro,
De un rayo verde que se esconde en nuestro lecho,
Allá en el norte…
Donde se cumplen los sueños.