En un Café de la calle Lambaré,
te encontré; raro ser.
Te despedías de una cucaracha
que se escapaba del amanecer.
Te invité a tomarnos un café sin pensar en café.
Te desvestiste sin cambiar de cara
cuando en la viola te toque "Chiqué".
Y me di cuenta que a tus ojos
los movía un giro extraño
cuando te abracé en el baño y
toda tu historia tremenda escuché.
Me dijiste que no ibas a querer verme de nuevo.
Que estás loca para el mundo,
que ya nadie te comprende.
Que en tu vida solamente hay lugar para el placer.
No será que en tu delirio paranoico-suficiente
te asusta que otro demente se le anime a tu querer.
En la vereda dibujaste un corazón
con temblor de aerosol;
para que pisen bien los peatones
el vil recuerdo de nuestra pasión.
Te invité a tomar otro café
pero no te encontré.
En tu lugar había una sombra oscura;
de tu locura que me contagié.
Y me di cuenta que a mis ojos
los movía un giro extraño
cuando me miré en el baño
y toda mi historia tremenda pensé.
Y me dije que no iba a querer verte de nuevo.
Que estoy loco para el mundo,
que ya nadie me comprende.
Que en mi vida solamente hay lugar para el placer.
No será que en mi delirio paranoico-suficiente
asusta que otra demente se le anime a mi querer.