En el conventillo hay un loro que ladra,
un perro que busca y un gato escondido.
Un pibe que sueña, cuando sea grande,
con ser el soldado desconocido.
Un tano quebrado y un gaita vencido
se ahogan amargos en mates amargos.
Los separa un mismo amor perdido,
y los junta la radio en un vals.
Y ella en el patio, como las abejas,
visita las flores, algunas las besa.
No sé si estoy vivo, soy joven o viejo,
ahora que lo antiguo se ha vuelto moderno;
pero si esta noche derroto al insomnio
con ella me vuelvo a escapar.
Mi abuelo que fuma imaginariamente
su recuerdo de humo del viejo casino.
De tanta farmacia se le piró la mente;
prohibidos los fasos, las minas y el vino.
Y yo por sus ojos la espío vestirse
y frente al espejo se toca indecente,
y en su pelo de china caliente
yo me quiero enredar a dormir.