El Hombre Ilustre
Llena la plaza está de luz
Hay luna llena, y otra vez
El hombre ilustre se bajó del pedestal,
Y dio un paseo.
Desde el balcón le contempló
Un niño, mudo de emoción,
Metió los dedos en la boca
Y le silbó al verle en el suelo.
¿Quién será aquel viejo señor?
¿Quién? El niño se preguntó
Es como un abuelo gruñón,
Con su bigote y el bastón.
¿Cuántas batallas ganó?
¿Cuántas mentiras contó?
¿A cuánta gente ayudó?
Y el viento no le respondió.
Todos los días al volver
Para la escuela, tras comer,
Disimulaba en la doblez de su gabán
Trozos de pan.
Tras los deberes, otra vez
Iba a sentarse cerca de él,
Para espantar palomas
Que le hacían nido en el sombrero.
Aquella noche el vendaval
Cubrió de nieve la ciudad;
A la cabeza se trepó
Y en su bufanda le envolvió.
Era muy tarde, el corazón
Muerto de frío se murió,
Y nunca más volvió a bajar
El viejo de su pedestal.