Son infinitos los celos
que me despierta la calma que te penetra
y posee cuando yaces
dormida...
Tus labios veniales
tus ojos mortales,
tu cuerpo desnudo, entero, abatido,
entregado a su merced.
En ese momento,
cuando la belleza de la muerte
mana de tu anatomía,
cada poro de tu piel, cada estigma
me revela todos mis miembros,
uno a uno, y me invita a traspasarte,
como traspasa la luz el cristal purismo,
sin romperlo ni mancharlo
para que nunca despiertes
y así ser
tu sueño eterno.