Perdido en la obscuridad empecé a recordarlo todo.
Anclado en mi confusión, conseguí levantar la voz.
Mi dentro se despertó como un sueño de cien años.
¿Qué fue lo que me hechizó, encadenado a mi destino?
Ciego por el sol, el cielo me oye gemir.
Medusas de sexo cruel esnifando mi aliento.
Ninfómanas del averno me tenían a su merced.
La danza de cada noche, un rito infernal.
Cautivos del placer, decidimos a entrar.
Destinado a enloquecer, intenté escapar.
Dame tiempo, no es bastante para mi.
Llegarás, Cautivo del placer,
y a su ídolo adorarás.
Beberás de su vino
y naufragarás en un mar de satisfacción.
Amarás ese infierno
y disfrutarás ese fuego en tu corazón.
Matarás para poder recuperar
tu alma de un paraíso de trampas.
¡Huirás!