Quien nunca ha llorado,
no podrá decir
que al ser amado
le brindó con fe su vida y amor.
Quien no vio perdida
su ilusión feliz.
Ni sufrió la herida de oír la voz querida,
decir adiós.
Si el adiós es cristalino
y se añora regresar.
Mira la voz del corazón...
es hora de llorar.
Quien nunca ha llorado,
no podrá decir
que al ser amado
le brindó con fe su vida y su amor.