Errante cuerpo sin alma nace cada mañana con las luces del alba.
Despertando y reflejando su locura merecida,
mientras en el espejo su alma llora, aunque dormida.
Aturdido e inconsciente; su verdad comienza a andar.
Ojos de fuego muestran el camino podrido de su realidad.
Dolor desgarrado, aferrado al grillete de la eterna condena.
Ente inanimado, suicidado en el recuerdo que viste la pena.
En mi fría jaula.
En mi fría tumba,
hospedado estoy
para disfrutar de esta penumbra
Derrotado por la ira el cuerpo cae en la soledad acolchada.
Y allí, solo, sin nadie alrededor,
su verdadero tormento llega a su culminación.
Muerto en vida, muerto en vida
Luces inundan su cabeza.
Las voces del mal taladran su conciencia.
Chillidos demenciados entre sucias paredes y acolchados.
Nadie escuchará, a nadie le importan tus lamentos.
No, nadie vendrá a sacarte de tu sueño