Si cuando era niña
la llamaban Tessa,
sólo fue Teresa
después que rodó.
Si Tessa, la niña,
se quedó sin llanto,
por haber amado,
¡amalhaya! El amor.
¡Tessa!
Mi pequeña Tessa.
Ya no tienen fresa
tus labios cansados,
ni amar es amor.
¡Tessa!
Mi pequeña Tessa.
Qué rara tristeza,
de muelle en el alba,
me dice tu adiós.
Otra vez el cielo
se vistió de otoño
y otra vez Teresa
se vistió de adiós.
Por haber amado
se quedó sin llanto,
mi pequeña Tessa,
que no tuvo amor.