Volvamos a juntar
los labios como ayer
ya el odio y el rencor pasó.
Sin salvación el corazón perdimos
y por un triste callejón nos fuimos.
Hablé fuera de mi,
la duda pudo más
y el llanto nos hundió a los dos
esa boca austera, falsa y embustera
que sembró la intriga y nos traicionó.
¿No es verdad, corazón que me quieres?
Dímelo, si lo leo en tus ojos
que sepan de tu boca que soy yo
el único cariño que el alma te encendió.
Por piedad diles tú y que escuchen
esas gentes que intrigan mi amor
que eres mía hasta morir
y éste amor no han de sentir
porque viven sin alma y sin Dios.