Fueron tus palabras la canción de mi esperanza
y en tus tibias manos se durmió mi corazón.
Era tan feliz y fue tan ciega mi confianza,
que jamás la duda vino a mi razón.
Pero hoy solo siento que tus lágrimas me queman
y ese llanto impío que me quiere convencer.
Es la carcajada de tu voz, que me condena
a vivir siempre engañado en tu querer.
¡No mientas!
Que tu boca pecadora
se distingue cuando implora
sus mentiras al jurar.
¡No mientas!
Si en tus ojos he leído
que tu amor ya me he perdido
y es inútil suplicar.
¡Hablame!
La verdad quiero que digas
no se mata con intrigas
de ese modo un corazón
¡No mientas!
Que me amargo al contemplarte
y el afán de perdonarte
me podría hacer traición.
Se que si te apiadas de mi vida que agoniza
y en un gesto franco tu interior me dejas ver
hallaré las brasas de mi amor hechas cenizas,
mas nada me importa si así debe ser.
Solo quiero verte con el alma descubierta,
afrontando todo por tener sinceridad
Para que al marcharme con mis pobre flores muertas,
lleve al menos de tus labios la verdad.