Cuando tenga viento en mi cráneo
y gusanos sobre mis huesos
quizá les parezca que me río
pero no haré nada de eso.
Porque me faltará
mi elemento plástico,
plástico, plástico,
que las ratas se habrán llevado.
Mi par de pantorrillas,
mis codos, mis costillas,
mis dedos, mis nalgas,
sobre las que me sentaba.
Mis ojos cobrizos,
mis dientes postizos,
mi lengua rosada,
con la cual les hablaba.
Mi nariz adorable,
mis pies y mis orejas,
esas cosas admirables,
que me hicieron apreciar.
A duques y a duquesas,
a papas y a papistas,
a frailes y a tigresas,
doctores y artistas.
Y tampoco tendré
ese fósforo blando.
Cerebro que servía
a imaginarme muerta.
El cráneo con viento.
Verde la osamenta.
¡Ah! Qué mal me siento
al volverme vieja.