Luna del suburbio pecosa y fulera,
juntito al baldío se pone a brillar
y a una sombra larga, que en la esquina espera,
atrás de la tapia se la oye cantar:
Yo nací entre tangos y copas.
En una familia de lustre bacán.
Mi santa viejita pasaba farlopa.
Mi viejo era chorro, mi hermano rufián.
Yo vivía regando malvones.
De lindo canario gustaba cuidar.
Y en mi cielo feliz de ilusiones
con un novio solía soñar.
Pero un día aquel taura maldito
por mi senda florida cruzó
y, encendiendo mi corazoncito,
para la milonga nomás me llevó.
Después del bailongo salimos afuera.
Vení mocosita, te voy a besar.
Me llevó de un brazo, abajo en la higuera,
y me hundió el colmillo en la yugular.
Siete novios, desde entonces, tuve.
A todos temblando besé en el zaguán.
No hay nada que hacerle. La sangre me sube.
Lo muerdo en el cuello y chau al galán.
Las vecinas al verme murmuran:
Su beso maldito a los siete enterró.
La culpa no es míaL Los novios no duran.
Es este colmillo que los reventó.